martes, 14 de abril de 2015


Madruguemos

Tranquilos, que el título del artículo no es una orden. No se trata de madrugar, verbo de infaustas connotaciones para los que sufren la tiranía del despertador antes de que Febo -en verano se convierte en el Lorenzo gracias a una antológica metonimia con prosopopeya incluida- asome sus rayos por Sevilla Este. Madrugar no puede ser bueno, aunque haya personas de bien que se encargan de cantar los beneficios de esa práctica. Madrugar es, para muchos, algo inevitable. Y para los que siguen sufriendo los rigores del paro, algo deseable.
Madruguemos es el nombre del nuevo partido político que está gestándose en Sevilla. Ante el fracaso de la unión non nata de Ganemos, Podemos, Equo y los restos del naufragio deIzquierda Unida, los sevillanos más rancios no van a quedarse atrás. Demostrarán que es posible una tercera vía que desmonte el bipartidismo hispalense. Por eso van a presentarse bajo el paraguas de esa plataforma electoral a la que sólo le faltaba el nombre. Gracias a las carreritas, las estampidas o las avalanchas de la pasada Madrugada lo han encontrado: Madruguemos.
Los ideólogos de Madruguemos, que aún se reúnen a la sombra de los bares y las tabernas kofrades, lo tienen claro. Hace falta un partido que aglutine al capilleo y que arregle el problema de esa Madrugá que este año volvió a degenerar en Madrugona. Cuando se les pregunta si eso es motivo para la fundación de un partido y su consecuente presencia en los comicios municipales, los ideólogos de Madruguemos sonríen y te sueltan el mitin sin soltar el botellín helado:
-Vamos a ver, Pacorrobles, ¿tú has estado alguna vez en una tertulia, charla informal, cena con amigos o con cuñados, o incluso en una de esas «paraítas» en la calle que tanto nos gustan a los sevillanos, en las que alguien te haya preguntado cómo puede arreglarse lo del dragado del puerto, la zona franca o la recalificación de los terrenos de Altadis? No mientas. Dime la verdad…
El silencio con minúscula resuena en el garito donde las voces de los clientes se mezclan con las que profieren los camareros. ¡Marchando tapa de ensaladilla! ¡Media de güisqui! ¡Dame uno! ¡Oido cocina! Tras ese paréntesis sin palabras, el ideólogo de Madruguemos le da un trago al botellín, se ajusta la corbata de «núogordo» que es el equivalente de la coleta podemista, y encara la razón del proyecto:
-¿Cuánta gente te ha preguntado cómo se puede resolver la Madrugá? ¿Cuántas versiones has escuchado de unos y de otros? ¿No es cierto que eso es lo que le interesa al personal? Pues nosotros vamos a arreglarlo. Un partido concreto para una solución concreta. ¡Ole!
Cuando el interlocutor le pregunta al ideólogo si una vez solucionado el problema la plataforma haría honor a su nombre y promovería el madrugón laboral y escolar como fórmula para sacar a Sevilla de la crisis, el fundador de Madruguemos cambia el tercio -ya está harto de botellines y se pasa a la mediana- y se pone a hablar de fútbol.

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